GURDJIEFF Y SU ESCUELA


G. I. Gurdjieff
Acercarse G. I Gurdjieff y a sus ideas por primera vez no es tarea sencilla, paradójicamente no es por desinformación, ya que en la actualidad existen abundantes fuentes de información, sino por el carácter ambivalente de la misma en relación a su vida, a su enseñanza y a la interpretación de sus ideas, que a su vez generalmente está condicionado por el nivel de comprensión del ente transmisor. Como muchas de las posibilidades del buscador van a estar también condicionadas por la impronta generada, este estudio lo considero recomendable como punto de partida, ya que es una información esclarecedora sobre su enseñanza y algunos aspectos de su vida. 

Tiene la característica de ser básicamente informativo e imparcial, sin excesivas aseveraciones o dualísticas apreciaciones, algo común en los escritos realizados solamente a través de vivencias intelectuales que generan palabras  y clichés asociativos con el que se intenta desarrollar o presentar las ideas de Gurdjieff, diferenciando así a aquellos escritos realizados desde la comprensión, lo cual involucra a alguien que ha trabajado con las ideas y elevado su nivel de ser.

En todo buscador serio, es decir ávido de significado y de auto-trascendencia, va a generar la inquietud de mayor profundización en el tema, disponiendo para esto de una base sana, gracias al estudio y las equilibradas reflexiones, realizadas en este escrito por Jacob Needleman.
Alfredo Marinelli 
   
G. I. Gurdjieff y su Escuela
Aunque existe un aumento en el reconocimiento de G. I. Gurdjieff en el panorama espiritual del siglo XX, su nombre continúa evocando una variedad de reacciones por todo el mundo, los rangos van desde asombro y reverencia hasta sospecha y hostilidad. Sin duda pasará un tiempo antes que aparezca un consenso general, en este breve relato debemos atender solo a investigar  aquellos aspectos de su vida y enseñanzas que son de capital importancia para cualquiera que se aproxime a este maestro espiritual por primera vez.
 
Los Primeros Años
De los primeros años de la vida de Gurdjieff conocemos solo lo que él ha revelado en las partes autobiográficas de sus propios escritos, principalmente Encuentros con Hombres Notables  (Meetings with Remarkable Men). Aunque no existe razón alguna para dudar de la precisión de este informe, el hecho permanente señala que la característica principal de los escritos de Gurdjieff, no era proporcionar información histórica, a menos que sirviera como una señal para despertar y como una fuente continua de orientación para la búsqueda interior, que es la razón de ser de sus enseñanzas. Dejando pendiente para posterior discusión la naturaleza de su búsqueda, solo podemos decir que sus escritos estaban forjados en formas que no solamente se dirigen a la función intelectual, sino también a la emocional y aún más a las sensibilidades del subconsciente que, todas en conjunto, forman el total de la psiquis humana. Sus escritos por tanto demandan y sostienen una cualidad más fina de auto atención de parte del lector, en su defecto  el pensamiento contenido en ellos es inverificable en sus niveles más profundos.

Gurdjieff nació probablemente en 1866, de padre Griego y madre Armenia, en Alexandropol (Hoy día Gumri), Armenia, una región donde las culturas Orientales y Occidentales se mezclan  y a menudo chocan entre sí. El medio ambiente de su niñez y temprana adolescencia, mientras sugiere una cultura patriarcal casi bíblica, estaba a menudo marcada con elementos que no tenían nada usualmente asociados con esas tradiciones culturales. El retrato que Gurdjieff dibujaba de su padre un Asokh, o bardo reconocido, sugiere alguna forma de participación en una tradición oral que se remonta a un pasado lejano de la humanidad. Al mismo tiempo, Gurdjieff hablaba de haber sido expuesto a todas las formas modernas de conocimiento, especialmente la ciencia experimental, la cual exploraba con una apasionada diligencia. La influencia de su padre, unida a la de algunos de sus maestros tempranos, contrastaba agudamente con las fuerzas de la modernidad que experimentó cuando niño. Este contraste, sin embargo no es fácil de describir, la diferencia no es simplemente la de antiguos vs. nuevos patrones de conducta o distintas visiones del mundo, considero que realmente esto está incluido. La impresión es más bien que esos “hombres notables” de sus primeros años, manifestaron una cierta cualidad de presencia personal o Ser. Que la diferencia vital entre los seres humanos es una cuestión de su Nivel de Ser, llegó a ser uno de los elementos fundamentales en las enseñanzas de Gurdjieff y que no es reducible a la psicología convencional, conductual o a las tipologías culturales.

Encuentros con Hombres Notables muestra las jornadas juveniles de Gurdjieff viajando a monasterios y escuelas de despertar en remotas regiones del Asia Central y el Medio Oriente, en búsqueda del conocimiento relativo al hombre, que ninguna religión tradicional o ciencia moderna podían ofrecerle. Las pistas de lo que Gurdjieff mismo encontró en esos viajes son hábilmente distribuidas a través de toda la narrativa, más bien que desarrollados en forma doctrinal. La presentación discursiva en forma de ideas son relativamente raras en el libro y están expuestas con una simplicidad engañosa, que sirve para retrotraer al lector al entretejido de las partes narrativas del texto. En las repetidas lecturas de Encuentros con Hombres Notables, se llega a la conclusión de que lo que Gurdjieff deseaba, era dirigir nuestra atención a la búsqueda en sí misma y que lo que deseaba proporcionar a Occidente, no era solamente una serie de nuevas declaraciones de lo que había sido llamado “la tradición primordial,” sino el conocimiento de cómo el hombre moderno podría conducir su propia búsqueda dentro de las condiciones de vida del siglo XX. Para Gurdjieff como veremos, la búsqueda misma, cuando es conducida rectamente, surge como la principal fuerza espiritualizante en la vida misma, a la que un observador ha llamado “una búsqueda transformadora” más bien que “una búsqueda para la transformación.” (Review of the film Meetings with Remarkable Men, in Material for Thought, San Francisco: Far West Editions, Spring 1980, No. 8, p. 86.  ) 

Gurdjieff inició su labor como maestro en Rusia alrededor de 1912, en la víspera de la guerra civil que derivó en la Revolución Rusa. En 1914 se reunió con el filósofo P.D. Ouspensky y muy en breve después con el bien conocido compositor Thomas de Hartmann. Ouspensky sería más tarde llamado a producir “En Busca de lo Milagroso – Fragmentos de una Enseñanza Desconocida” que fue por mucho la mejor explicación sobre la enseñanza de Gurdjieff escrita por uno de sus alumnos o cualquier otro fuera del mismo Gurdjieff, mientras De Hartmann, se mantenía trabajando en una colaboración única con Gurdjieff que produciría la que sería llamada “La música de Gurdjieff / de Hartmann”. Poco después la revolución se acercó a ellos y el rompimiento inminente del orden civil comenzó a señalarse por sí mismo, Gurdjieff y un pequeño grupo de sus alumnos más dedicados, incluyendo a Thomas y Olga de Hartmann, efectuaron peligrosos viajes a Crimea y Tifflis. Allí se unieron Alexandre y Jeanne de Salzmann, el primero un bien conocido artista y diseñador teatral y la segunda una profesora del sistema de danzas rítmicas Dalcroze, más tarde surgiría como la principal guía, bajo el cual su enseñanza continuaría desarrollándose después de su muerte ocurrida en 1949. Fue en Tifflis en 1919 que Gurdjieff fundó la primera versión de su "Instituto Para el Desarrollo Harmónico del Hombre".

El informe de Ouspensky y las notas de otros alumnos publicadas en 1973 bajo el título de “Perspectivas Desde el Mundo Real” (Views from the Real World), muestran que en el período de Moscú, antes del viaje fuera de Rusia, Gurdjieff articuló incansablemente un vasto cuerpo de ideas acerca del hombre y el Cosmos. Es apropiado aquí interrumpir la narrativa histórica con tal de resumir estas formulaciones, que desempeñaron un importante papel en el desarrollo subsiguiente de su enseñanza, aún cuando Gurdjieff cambió las formas exteriores y cierto énfasis interior en su trabajo directo con los alumnos.  En una medida limitada, estas ideas arrojan luz sobre el desarrollo que vendría después, algunas de la cuales han dado lugar a innecesarias confusiones en la mente de observadores externos. Una advertencia, no obstante, es necesaria. Si en sus escritos Gurdjieff nunca buscó desarrollar un  sistema filosófico, menos aun lo hizo en su trabajo directo con sus alumnos, se resistía de manera inmisericorde al papel de gurú, predicador o maestro de escuela. En Busca de lo Milagroso (In Search of the Miraculous) muestra con fuerza considerable, que Gurdjieff siempre dio sus ideas a los alumnos bajo condiciones diseñadas para romper la corteza de asociaciones intelectuales y emocionales, las cuales barrían la pequeña voz de la consciencia en el hombre. La exquisita y a menudo sorprendente precisión que poseía para irrumpir en esa cubierta -formas de comportarse con sus alumnos, que eran a la vez, chocantes, misteriosas, atemorizantes, mágicas, delicadamente gentiles, y omniscientes - permanece como uno de los principales factores, en torno a los que se han suscitado tantas leyendas y malentendidos acerca de Gurdjieff, además sería uno de los elementos de los que más se escribiría por aquellos que entraban en contacto con él y de mayor imitación en la era corriente de las “nuevas religiones.”

Las Ideas de Gurdjieff 

Es verdaderamente cierto decir que el sistema de ideas de Gurdjieff, es complejo y todo abarcante, pero debemos añadir inmediatamente que su formulación está diseñada para dirigir al hombre hacia un simple y central poder de aprehensión, Gurdjieff enseñaba que está meramente latente dentro de la mente humana y que es la única fuerza mediante la cual puede el hombre comprenderse a sí mismo en relación con el universo. En este sentido, la distinción entre doctrina y método, que es suficientemente clara en la mayoría de las más antiguas tradiciones espirituales, no se ha entendido aún enteramente en la enseñanza de Gurdjieff. La formulación de las ideas tienen en sí mismas sentido, al estar destinadas para tener una especial acción sobre el sentido de uno mismo y pueden por tanto ser consideradas como parte del método práctico. Esta característica de la enseñanza de Gurdjieff, refleja que éste percibía a la subjetividad como el centro de gravedad del hombre moderno -la característica de que la civilización moderna esté desequilibradamente orientada hacia la función del pensamiento. El sentimiento ilusorio del “Yo” del hombre moderno está construido en torno a sus pensamientos y por lo tanto de acuerdo con el nivel del alumno, las ideas mismas están destinadas a afectar este falso sentido del yo. Para Gurdjieff la influencia profundamente penetrante del pensamiento científico en la vida moderna, no era algo simplemente a ser descartado, sino que debía entenderse como el canal, mediante el cual, la verdad eterna debe primero encontrar su camino hacia el corazón humano.

El hombre, enseñaba Gurdjieff, era una creación cuyo desarrollo estaba incompleto. Él no es realmente un hombre, considerado cósmicamente como un ser único, cuya inteligencia y fuerza de acción reflejan las energías de la fuente de la vida misma. Por el contrario el hombre, tal como lo encontramos es un autómata, sus pensamientos, sentimientos y acciones son poco más que reacciones mecánicas a estímulos tanto externos como internos. No puede hacer nada. Por dentro y derredor de él todo pasa, sin la participación de su propia y autentica consciencia. Pero los seres humanos son ignorantes de este estado de asuntos, a causa de la penetrante influencia de la cultura y la educación, que imprime en ellos la ilusión de seres conscientemente autónomos. Sintetizando el hombre esta dormido. No existe un autentico Yo Soy en su presencia, en lugar de ello existe un egoísmo, que enmascara a su autentica identidad, y cuyas maquinaciones pobremente imitan las funciones humanas normales de pensamiento, sentimiento y voluntad.
  
Muchos factores refuerzan este sueño. Cada una de las reacciones que proceden en la presencia de uno, están acompañadas por un engañoso sentido del Yo -el hombre es muchos Yoes, cada uno imagina ser el todo, y cada uno está bufferizado de la consciencia de los otros. Cada uno de esos muchos Yoes,  representa un proceso mediante el cual la energía sutil de la consciencia es absorbida y degradada, un proceso que Gurdjieff llamo “identificación.”  El hombre se identifica -es decir, desecha su energía consciente, con cada pensamiento, impulso y sensación pasajera. Este estado de cosas toma la forma de un continuo auto-engaño y una procesión continua de emociones egoístas, tales como ira, auto-compasión, sentimentalismo y temor, que son de una naturaleza tan profundamente dolorosa, que el hombre es constantemente impulsado a mejorar esta condición mediante la interminable persecución del reconocimiento social, placer de los sentidos, o la vaga e irrealizable búsqueda de la “felicidad.”

De acuerdo a Gurdjieff la condición humana no puede entenderse separadamente, sin considerar a la humanidad dentro de la función de la vida orgánica sobre la tierra. El ser humano está construido para transformar energías de una naturaleza específica y ni su potencial desarrollo interno, ni su actual predicamento presente, es entendible separado de esta función. Por tanto, en la enseñanza de Gurdjieff, la psicología está inextricablemente conectada con la cosmología y la metafísica y aún en cierto sentido, con la biología. El diagrama conocido como “El Rayo de Creación” proporciona una de las claves conceptuales para visualizar esta interconexión entre la humanidad y el orden universal, y como tal nos invita al estudio repetido desde una variedad de ángulos y etapas de comprensión.

Rayo de Creación
“El Rayo de Creación” en la enseñanza de Gurdjieff: 
El Absoluto es la fuente fundamental de toda la creación. Desde el Absoluto el proceso de la creación cósmica se ramifica y desciende (involuciona), de acuerdo a una ordenada secuencia de complejidad y densidad en incremento, siguiendo la ley de octavas. El universo como una totalidad comprende incontable número de tales ramificaciones desde el Absoluto; este diagrama particular representa el “rayo” conteniendo nuestro planeta tierra
En este diagrama, se amalgama la información  fundamental acerca del universo reunida por la ciencia, y específicamente por las entidades cósmicas principales que la moderna observación astronómica han marcado, esta arreglado en una forma coherente con antiguos principios metafísicos acerca de la posición actual de la humanidad en el esquema de la creación. El lector debe referirse a los capítulos 5, 7 y 9 de "En busca de lo Milagroso, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida" para una explicación de este diagrama, pero el punto a enfatizar aquí es que, en el nivel más profundo, la mente y el corazón humanos están inmersos en una concatenación de influencias causales de enorme escala y diseño. Un estudio del Rayo de Creación, aclara que los aspectos de la naturaleza humana mediante los que uno normalmente intenta mejorar su condición carecen de fuerza alguna, cualquiera que ésta sea, dentro de la red de influencias universales que actúan sobre el hombre en la tierra. En esto consiste la ilusión fundamental del hombre, una ilusión solo intensificada por los mejoramientos tecnológicos de la ciencia moderna. El hombre es simplemente incapaz de aprovechar las energías conscientes para que pasen a través de él, que en el esquema cósmico, son las que poseen la energía real de la eficacia causal. El hombre no hace y no puede participar conscientemente en el gran orden universal, en vez de eso es arrojado en masa para propósitos limitados a las funciones de la vida orgánica sobre la tierra como un todo. Aún en esta esfera relativamente limitada -limitada, es decir, cuando se compara con el destino latente del hombre- la humanidad se ha vuelto progresivamente incapaz de cumplimentar su función, un punto que Gurdjieff enfatizaba enérgicamente en sus propios escritos. Este aspecto del Rayo de Creación -a saber, que el “destino de la tierra” esta de algún modo ligado con la posibilidad de la evolución interna del hombre y mujer individuales- resuena con el sentido contemporáneo de las catástrofes planetarias inminentes.

¿Como harán los seres humanos para cambiar esta serie de asuntos y empezar a perfilarse dentro de los esquemas de energías conscientes universales que se están construyendo, pero que por ahora pasan a través de ellos sin ser transformada?  ¿Como tiene esta humanidad que asumir su lugar adecuado en la cadena infinita del ser? Gurdjieff responde a estas interrogantes, que realmente circunscriben el propósito central de su enseñanza -a saber, esta vida humana en la tierra puede ahora ubicarse en un punto transicional, comparable quizá al de la caída de las grandes civilizaciones del pasado y que el desarrollo del ser total del hombre (en lugar de una u otra de las funciones del hombre por separado), es la única cosa que puede permitir al hombre, pasar por esta transición de una manera digna para el destino humano.
  
Pero mientras que el descenso de la humanidad tiene lugar en masa, el ascenso o evolución es posible solo dentro de lo individual. "En Busca de lo Milagroso" presenta una serie de diagramas que tratan con las mismas energías y leyes que el Rayo de Creación, no únicamente como una escalera cósmica de descenso, sino también en su aspecto evolutivo dentro del individuo. En estos diagramas, conocidos colectivamente como el Diagrama de Alimentación, Ouspensky explica con cierto detalle, como Gurdjieff consideraba las transacciones de energías dentro del organismo humano individual. Como en el Rayo de Creación, el Diagrama de Alimentación organiza los datos de la ciencia moderna, en este caso la ciencia de la fisiología, de una manera que incluye estos datos naturalmente dentro de la inmensamente vasta escala de antiguos principios metafísicos y cosmológicos

Nuevamente se remite al lector al libro de Ouspensky, el punto es que la humanidad puede empezar a ocupar su lugar dentro de la gran cadena del Ser solo mediante un trabajo interior, con las específicas energías intra-psíquicas, que corresponden a las energías superiores en el orden cósmico y que dentro de las energías del ser humano individual, pueden subsumirse bajo el término general de atención. Los múltiples niveles de atención posibles para el hombre, los más elevados e incluyendo una atención que en las enseñanzas tradicionales se conoce como Espíritu, están catalogadas aquí junto a un continuo dinámico y vertical, que abarca desde el nivel de alimentación biológica que requerimos los humanos para nuestros cuerpos físicos, hasta la sustancia incomparablemente más fina que requerimos para el crecimiento interior del alma. Esta sustancia más fina que el hombre requiere para el crecimiento interior del alma es llamada “el alimento de las impresiones,” una frase aparentemente práctica, que eventualmente define la única obligación cósmica del hombre, que es potencializar constantemente y en todo, el trabajo en el desarrollo dentro de sí, de los atributos divinos de devoción a Dios y del Conocimiento Objetivo de lo real.


"El Diagrama de Alimentos" en la enseñanza de Gurdjieff:

La culminación de una serie de diagramas que ilustran la forma en la que diferentes calidades de energía son asimiladas y evolucionadas (siguiendo la Ley Octava) en el organismo humano. Este diagrama representa las transacciones de energía en un momento de autentica consciencia.
  
El Rayo de Creación y el Diagrama del Alimentos, son unos conceptos extraordinarios, que forman solo una pequeña parte del cuerpo de ideas contenidas en la obra de Ouspensky "En Busca de lo Milagroso - Fragmentos de una Enseñanza Desconocida". Son citadas aquí como ejemplos de cómo Gurdjieff no solamente restableció las antiguas enseñanzas perennes en un lenguaje adaptado a la mente moderna, sino que también proporcionaba a estos antiguos principios algo de tan colosal originalidad, que los que los seguían detectaban en su enseñanza, los signos de lo que en la terminología Occidental podía designarse como una nueva revelación.
 
Sin embargo como fue enunciado anteriormente, la interconexión orgánica de las ideas contenidas dentro de "En Busca de lo Milagroso" está comunicada no principalmente mediante argumentos conceptuales, sino como un gradual desarrollo de lo que Ouspensky experimentó como una extensión de lo que surgía dentro de él como agente de unidad interior, que Gurdjieff llamaba “el Yo real,” cuya activación demandaba de Ouspensky un trabajo de rigor y destrucción del ego bajo la guía de Gurdjieff y las condiciones de grupo que creaba para sus discípulos. Cada una de las grandes ideas en el libro conduce a las demás. El Rayo de Creación y El Diagrama de Alimentos son inseparables de la enseñanza de Gurdjieff acerca de la ley fundamental de las tres fuerzas y la ley  de desarrollo séptuple de energía (la Ley de Octavas), y la interrelación de estas leyes como esta expresada en el símbolo del Eneagrama. La reflexión de estas ideas en el Hombre es inseparable de la enseñanza de Gurdjieff acerca de la división tripartita de la naturaleza humana, los tres “centros”, el de la mente, el de los sentimientos y el del cuerpo, y la descripción asombrosa de cómo estructuró Gurdjieff las condiciones del trabajo de grupo, es inseparable de la idea de su trabajo como una manifestación del Cuarto Camino, un sendero espiritual distinto de los senderos tradicionalmente conocidos y denominados como “el camino del fakir,” “el camino del monje,” y “el camino del yogui.”
  
La noción del Cuarto Camino es una de las ideas de Gurdjieff que han capturado la imaginación de la gente contemporánea y han proporcionado además, un nuevo significado a la idea del esoterismo mismo. El significado de esta idea es quizá mejor visualizado resumiendo la relación de la vida de Gurdjieff, prestando especial atención a las condiciones de trabajo que creo para sus alumnos.

Las bases mismas de los escritos de sus enseñanzas, serán expresadas más tarde. Pero primeramente, debo insistir, que el diagnostico de la condición humana que Gurdjieff proporciona y los medios para la regeneración humana giran alrededor de la calidad y el nivel del ser del  hombre. Este aspecto central de la misión de Gurdjieff y su persona parecen quedar empobrecidas con su descripción en palabras. Las ideas cosmológicas son solamente una indicación de que lo que existe en este problema, que es un nivel de consciencia y energía dentro del hombre y el universo desconocido a la psicología moderna.

Existe una particular “atmósfera” Gurdjieffiana en sus propios escritos, y en la mayoría de las descripciones del trabajo con sus alumnos, que evoca en algunos lectores el mismo sentimiento general y la intuición intelectual que acompaña esas experiencias únicas en la vida, cuando el sentido total de uno mismo, incluyendo el sentido de la religión propia de cada uno se descompone e irrumpe el sentido de misterio, es cuando durante un momento experimentamos un vacío innombrable y un profundo silencio.

La enseñanza de Gurdjieff puede quizá entenderse como una jornada, un viaje dentro y más allá de ese silencio junto con y por medio de la demanda de atender la vida ordinaria de cada uno de nosotros tal como somos. En cualquier caso el aspecto central de su enseñanza, explica en parte porque en un determinado nivel no son posibles comparaciones de su enseñanza con la de otras tradiciones espirituales, mientras que en un nivel más profundo sus ideas están siendo proclamadas por algunos activistas seguidores de todas las tradiciones y negadas por otros como espiritualmente inválidas. El punto es que esta “atmósfera” especial, representa y manifiesta al ser y llama a aquello en una persona que anhela “algo”, que no es posible encontrar bajo las más “conocidas” formas de religión, ciencia, psicología y ocultismo.
  
Después de un breve periodo en Constantinopla, Gurdjieff y su grupo de alumnos iniciaron su periplo a través de Europa y finalmente se establecieron en Francia, donde en 1922 fundó su Institute for the Harmonious Development of Man (Instituto para el Desarrollo Harmónico del Hombre) en el Chateau du Prieuré en Fontainebleau cerca de Avon, en las afueras de París. El breve, e intenso período de actividad en el Prieuré ha sido descrito en numerosos libros, pero para aquellos familiarizados con tales acontecimientos, las instalaciones y actividades cotidianas en el Prieuré, aún provocan asombro. Fue durante este período que Gurdjieff desarrollo muchos de los métodos y prácticas de trabajo de grupo, que han tomado un papel principal en el trabajo de los alumnos de Gurdjieff a través del mundo actual, incluyendo muchos de los movimientos o danzas sagradas que él reconstruyó, sobre la base de su experiencia iniciática en monasterios y escuelas de despertar en Asia y  Levant.

Todos los acontecimientos serios de las condiciones creadas por Gurdjieff en el Prieuré, dan la impresión de una vida comunitaria que vibra con la búsqueda inflexible de la verdad, abarcando todos los aspectos de la naturaleza humana -demandando trabajo físico, interacciones emocionales intensas, y el estudio de un vasto rango de ideas acerca de la humanidad y el mundo universal. Dichos acontecimientos hablaban invariablemente del encuentro con uno mismo que tales condiciones hacían posible y la experiencia de identidad que acompañaba este encuentro.

El Prieuré atrajo muchos artistas y figuras literarias de América e Inglaterra, muchas de ellas eran enviadas por P. D. Ouspensky quien durante esa época había roto con Gurdjieff y estaba conduciendo su propio grupo en Londres. En relación a este rompimiento con Gurdjieff, que es descrito con forzada brevedad en "In Search of the Miraculous" (En Busca de lo Milagroso), y dejando para más adelante una discusión indagadora sobre el alumno más avanzado de la escuela de Gurdjieff, existen muchas indicaciones de que en el nivel más profundo, Ouspensky mantenía una conexión espiritual con Gurdjieff tan próxima que un observador cercano ha señalado,

En una época tan temprana como 1918… Ouspensky comenzó a sentir que un rompimiento con Gurdjieff era inevitable, que “él tenía que irse” -a buscar otro maestro o a trabajar independientemente. El rompimiento entre los dos hombres, maestro y alumno, cada uno de los cuales recibió mucho del otro, nunca fue satisfactoriamente explicado. Ellos se vieron por última vez en París en 1930. (John Pentland, entry on P. D. Ouspensky in The Encyclopedia of Religion, New York: Macmillan, 1987, Vol. 11, p. 143; Gurdjieff International Review, Vol. II (2), January 1999, pp. 5–6.)  

La razón que yacía detrás de las condiciones que Gurdjieff creaba para sus alumnos, es decir la idea del Cuarto Camino, puede quizá estar caracterizada citando el folleto explicativo publicado en el Prieuré en 1922:

La civilización de nuestro tiempo, con sus ilimitadas formas de extender su influencia, ha arrebatado al hombre de las condiciones normales de vida que debía vivir. Es verdad que la civilización ha abierto al hombre nuevos senderos en el dominio del conocimiento, ciencia y vida económica y por lo tanto aumentando su percepción del mundo. Pero en vez de proyectarlo a él mismo a más altos niveles totales de desarrollo, la civilización ha desarrollado solo ciertos aspectos de su naturaleza en detrimento de sus otras facultades, algunas de las cuales ha destruido completamente…
   

…la percepción del mundo del hombre moderno y su propio modo de vida no son la expresión consciente de su Ser tomado como una completa totalidad. Muy por el contrario, solamente son la manifestación inconsciente de una u otra parte de él.
   

Desde este punto de vista, nuestra vida psíquica, tanto en lo que se refiere a nuestra percepción del mundo y a nuestra expresión de ello, dejan de presentar un todo único e indivisible, es decir una totalidad actuando simultáneamente como un depositario común de todas nuestras percepciones, y como la fuente de todas nuestras expresiones. Por el contrario, esta dividido en tres entidades separadas, que no tienen nada en común la una con la otra, y que son diferentes, tanto en lo relativo a sus funciones como a las sustancias que las constituyen.
  
Estas tres fuentes totalmente independientes de la vida intelectual, emocional y física del hombre, cada una tomada como un conjunto de funciones que le son propias, han sido denominadas por el sistema como el centro intelectual, el centro emocional y el centro de movimiento o centro motriz.
(G. Gurdjieff’s Institute for the Harmonious Development of Man: Prospectus No. 1, p. 3 (privately printed, 1922); Gurdjieff International Review, Vol. I (1), October 1997.) 

Es difícil conceptualmente, y en pocas palabras, comunicar, el significado de esta idea de los tres centros,  que es tan fundamental en el método de Gurdjieff.  La persona moderna simplemente no tiene la concepción de que tan auto-engañosa es una vida que se vive solamente en  una parte de uno mismo. El pensamiento o intelecto, las emociones y el cuerpo cada uno tiene sus propias percepciones y acciones, y cada uno en sí mismo, puede vivir un simulacro de la vida humana. En la era moderna esto ha llegado a un punto extremo y la mayoría del progreso técnico y material de nuestra cultura sirve para empujar al individuo dentro del interior de uno sólo de sus centros -un tercio, como si fuera la naturaleza legítima total del hombre. El crecimiento de vastas áreas de conocimiento científico, es según Gurdjieff sobrevalorado por la disminución del espacio y tiempo conscientes dentro de los cuales uno vive y se experimenta a sí mismo. Con una constante disminución del “Yo,” el hombre reúne un siempre amplificado corpus de información en torno al universo. Pero el ser humano -al ser una totalidad misma poseedora de fuerza moral, voluntad e inteligencia, requiere del ejercicio de todos los centros y más. Este más está comunicado en su totalidad en los escritos mismos de Gurdjieff, en los cuales los niveles de desarrollo espiritual posibles para el hombre, están conectados con una sorprendente visión de los niveles de servicio posibles, que el desarrollo individual es llamado a rendir a la humanidad y a la fuente universal de la creación misma. Por tanto, la adecuada relación de los tres centros de cognición en el ser humano, es una condición previa necesaria para la recepción y realización de lo que en las religiones del mundo ha sido llamada en distintas formas; el Espíritu Santo, el Atman y la naturaleza del Buda.

Las condiciones que Gurdjieff creó para sus alumnos, no pueden entenderse aisladas de este hecho. Gurdjieff escribió. “Deseo crear en torno mío condiciones en los que sea posible a un hombre ser continuamente recordado acerca del sentido y finalidad de su existencia, mediante una inevitable fricción entre su consciencia y las manifestaciones automáticas de su naturaleza.” (G. I. Gurdjieff, Meetings with Remarkable Men, New York: Dutton, 1969, p. 270.)

El pensamiento profundamente escondido aquí es la consciencia despierta, es el algo más que, de acuerdo con Gurdjieff, es la única fuerza en la psiquis, casi totalmente degenerada del hombre moderno, que puede plasmar en la realidad la unión de las distintas partes de su naturaleza y conectarlo con esa energía de consciencia innombrable, de la cual han hablado siempre todas las religiones como el regalo que desciende de lo alto, pero que en las condiciones de la vida moderna es casi imposible de recibir.
  
El período más activo del Prieuré duró menos de dos años, terminando con el casi fatal accidente automovilístico de Gurdjieff ocurrido el 06 de julio de 1924. Con el fin de situar este período adecuadamente es necesario retroceder hasta el año 1909 cuando Gurdjieff había terminado su prolongado periplo por toda Asia, el medio Oriente, África, y Europa, en busca de los individuos que poseían conocimiento insospechado para la mayoría de la gente. Para 1909 Gurdjieff había aprendido secretos de la psiquis humana y el universo, que sabía serían necesarios para el bienestar futuro de la humanidad, y se impuso a sí mismo la tarea de transmitirlos a aquellos que pudieran usarlos adecuadamente.

Después de intentar cooperar con las sociedades existentes, decidió crear una organización propia. Inicio su empresa  en 1911 en Tashkent, donde había acuñado una reputación como hacedor de milagros y una autoridad en “cuestiones del más allá.” Se trasladó a Moscú en 1913 y después de la revolución de Febrero de 1917 comenzó sus viajes increíbles entre el torbellino de la guerra desatada en la región del Cáucaso, principalmente en Essentuki y Tifflis, conduciendo un grupo de sus alumnos a Constantinopla y finalmente a Francia, donde reabrió su Instituto en el Chatteau du Prieuré en Avon. Su objetivo declarado fue establecer una organización mundial para la diseminación de sus ideas y el desarrollo y formación de colaboradores. El accidente automovilístico de Julio de 1924 ocurrió en esta coyuntura crítica.
  
Cuando comenzó a recuperarse de sus heridas Gurdjieff fue confrontado con la sutil imposibilidad de realizar sus planes para el Instituto. Su salud estaba destrozada; no tenía dinero, y muchos de sus amigos y alumnos lo habían abandonado. Era un extraño en Europa, nadie entendía sus palabras, nadie entendía sus métodos. Tomó la decisión de encontrar una nueva forma de transmitir a la posteridad lo que había aprendido acerca de la humanidad, la naturaleza y el destino humano. Esto debía hacerse  por medió de la escritura. Su periodo como escritor comenzó en Diciembre de 1924 y continuó hasta que en Mayo de 1935, dejó de escribir y cambio todos sus planes.
  
Los Escritos de Gurdjieff 

En tanto se recuperaba de sus heridas, Gurdjieff inició sus trabajos como escritor, dictando a su secretaria Olga de Hartmann las letras iniciales de su obra más importante, Relatos de Belcebú a su Nieto ( Beelzebub’s Tales to His Grandson). Sus dos libros finales, Encuentros con Hombres Notables, (Meetings with Remarkable Men) y el inconcluso, La Vida es Real Solo Cuando ‘Yo Soy’, (Life is Real Only Then When ‘I Am’) contiene aspectos de su enseñanza que solo son accesibles a alumnos de la Escuela -esto es abrumadoramente cierto acerca del último. Pero Belcebú fue escrito para todo el mundo.
  
Este es un inmenso y único trabajo en todos los sentidos del término. Acuñado como una alegoría, es la historia del una vez apasionado y rebelde Belcebú, quien a causa de su indiscreción juvenil paso largos años en nuestro sistema solar, donde entre sus distintas actividades tuvo la oportunidad de estudiar este muy pequeño planeta Tierra y sus habitantes. En estas historias a su joven nieto, Belcebú vuelve constantemente a las causas de la alienación del hombre de las fuentes de su propia vida, y al mismo tiempo señala la dirección hacia la cual el hombre podría evolucionar conscientemente. Tocando uno tras otro los múltiples aspectos de la historia del hombre, desde sus comienzos hasta la época moderna.

Belcebú constantemente retorna sus percepciones a las mismas leyes cósmicas, que gobiernan tanto el funcionamiento de la naturaleza como la vida psíquica de los seres humanos, y al hacer esto nos muestra una imagen de un universo consciente y viviente. En este universo, la humanidad cayendo lejos de la comprensión de su origen y el lugar que puede ocupar, ha olvidado su función y perdido todo sentido de dirección. Belcebú trata este fracaso con compasión y en ocasiones con un excelente humor, su ternura hacia las posibilidades no desarrolladas representadas para su nieto, destacan las notas subyacentes del libro, que es uno de los intereses más profundos para el cumplimiento de la vida humana individual.
  
Este breve resumen no puede darnos la idea de la extraordinaria naturaleza de este libro, intencionalmente escrito en un complejo e intrincado estilo y haciendo uso frecuente de extraños neologismos sonoros, el libro solo revela gradualmente su significado después de repetidas lecturas. Cada lectura abre nuevas facetas de la enseñanza de Gurdjieff, no solamente en términos intelectuales, sino en la  profundidad de niveles subconscientes.
  
La influencia de Gurdjieff 

Durante la escritura de "Relatos de Belcebú", Gurdjieff continuó viviendo y recibiendo alumnos en el Prieuré y permaneció residiendo allí hasta 1933. Durante este período -entre 1924 y 1933- A.R Orage  partió a América, donde atrajo a un número de alumnos serios, y donde dio a conocer la enseñanza de Gurdjieff a algunos artistas y escritores de vanguardia. Al mismo tiempo, Ouspensky estuvo en Londres enseñando y trabajando para formar su propia escuela (fue a través de Ouspensky que Orage tomó contacto inicial con la enseñanza de Gurdjieff). Entre las otras bien conocidas figuras que estudiaron bajo la dirección de Ouspensky estaban Maurice Nicoll, Kenneth Walker y P.L. Travers. Nicoll posteriormente comenzó a dirigir sus propios grupos y escribió varias obras influyentes, que reflejaban su trabajo con las ideas de Gurdjieff: The New Man (El Hombre Nuevo), un estudio innovador sobre las parábolas de Cristo, y Living Time (El Tiempo Vivo), donde desarrolla las ideas de Ouspensky acerca de las dimensiones del espacio y el tiempo.
  
En Francia, durante la década de 1920, el Instituto de Gurdjieff obtuvo cierta notoriedad, cuando aceptó a la agonizante Katherine Mansfield dentro de la comunidad del Prieuré. Aunque Gurdjieff eludió la publicidad, un número de notas en la prensa sobre la vida en el Prieuré, algunas imprudentes y difamadoras, aparecieron en Francia e Inglaterra al principio de 1920. Después del accidente automovilístico, no obstante, y la consecuente clausura de los trabajos intensivos del instituto, el trabajo de Gurdjieff como maestro atrajo menos la atención del público. A fines de 1920 y principios de 1930 algunos otros escritores bien conocidos fueron alumnos de Gurdjieff, en forma notable René Daumal, Margaret Anderson, y Kathryn Hulme. Los escritos de Daumal, especialmente su obra maestra inconclusa, Mount Analogue (El Monte Análogo), está entre las más vitales y confiables expresiones literarias de ciertos aspectos claves de la enseñanza de Gurdjieff.
  
En 1932 Gurdjieff abandonó el Prieuré y se estableció en París, funcionando como su base hasta su muerte ocurrida en 1949. Alrededor de 1933, Orage se había separado de Gurdjieff después de haber trabajado con algunos grupos en América. Murió en Inglaterra en 1934. El trabajo de Ouspensky continuó en Londres y posteriormente en New York. La obra de Ouspensky Tertium Organum había sido publicada con éxito considerable en Inglaterra a principios de 1920, y le había permitido establecer una reputación como escritor de temas Metafísicos. Este libro, la mayor parte de él escrita antes de que entrara en contacto con la enseñanza de Gurdjieff, mantuvo su popularidad en la década de 1930 a 1940 y le aseguró una consideración especial, simultáneamente como un trabajo filosófico en su propio derecho y como un indicio a la naturaleza de las ideas de Gurdjieff, influyendo en aquellos que fueron sus alumnos cercanos.
  
Escrito en la primera parte del siglo XX, mucho antes que los experimentos con estados alterados de consciencia se volvieran un aspecto generalizado en los movimientos de las “nuevas religiones,”  Ouspensky estuvo experimentando seriamente con los estados alterados de consciencia y sus efectos sobre la percepción y la cognición. Sus propias experiencias le hicieron llegar a la conclusión de que eran necesarias nuevas formas y categorías de pensamiento, muy separadas de los dos modos de pensamiento (Clásico y Positivista) que habían dominado la civilización Occidental durante más de dos mil años. Tertium Organum es el fruto de dichos experimentos. El libro está dominado por la idea de las dimensiones superiores, la “recurrencia eterna,” y la perspicacia de que formas superiores de conocimiento deben estar inevitablemente asociadas con el desarrollo de la capacidad de sentir, es decir, la percepción de la verdad, es inseparable del desarrollo de capacidades o potencias morales internas superiores. Estas ideas básicas están desarrolladas en forma completa en el libro, y han entrado en una forma u otra como una influencia en los escritos de muchos filósofos y escritores contemporáneos, tanto de Occidente como en Rusia. Lo que distingue este libro no es solamente la fortaleza de la visión de Ouspensky, sino el hecho de que está basado en su propia experiencia, más bien que solamente como un reflejo de ideas tradicionales. Por lo tanto a Ouspensky pudiera considerársele como un pionero en lo que pudiera llamarse “empirismo interior,” un estilo de filosofar sobre cuestiones metafísicas, que el pensamiento científico ha descartado en gran medida pero que mantiene la actitud científica, que persigue basar toda teoría sobre la experiencia real y experimentos cuidadosamente conducidos. El mundo interior de Ouspensky era su propio laboratorio metafísico.
  
De una importancia particular, sin embargo, es el hecho que el libro escrito antes de que Ouspensky fuese alumno de Gurdjieff, contiene numerosas ideas y formulaciones que más tarde aparecieron intactas en la temática de Ouspensky de In Search of the Miraculous (En Busca de lo Milagroso, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida) como elementos de la enseñanza de Gurdjieff. Esto plantea la cuestión sobre la clase de ayuda que Gurdjieff brindaba a quien le seguía y muestra el extraordinario grado de preparación de Ouspensky para dicha enseñanza. En el caso de Ouspensky no cabe duda de que se abrió al inmenso cuerpo de ideas que trajo Gurdjieff. Pero también queda claro, al mismo tiempo, que retuvo una enorme cantidad del conocimiento previo que había adquirido por sí mismo sobre la situación humana y el orden universal. De algún modo en virtud de Gurdjieff, las cuestiones con las que había trabajado y las nuevas ideas que ahora le habían llegado, se encontraban en una situación de un orden más amplio y en una perspectiva más balanceada, adquiriendo más amplios y sutiles matices, que configuraban su mente en una forma mucho más precisa e integrada visión del mundo.

Cuando comparamos Tertium Organum con En Busca de lo Milagroso no representa por lo tanto una ruptura en el pensamiento de Ouspensky, tanto como un florecimiento extraordinario del mismo, por medio del cual llega a ser por así decirlo, un instrumento sirviendo a un nuevo objetivo y el vehículo para otra calidad de energía. Él se inició como un imponente pensador, y después de Gurdjieff permaneció como un poderoso pensador que se había transformado en una clase diferente de hombre. Observaciones comparables son pertinentes en el caso del compositor Thomas de Hartmann, cuya calidad de talento musical sufrió una asombrosa transformación bajo la influencia de Gurdjieff.
  
Estas observaciones pudieran ser de ayuda a cualquiera que trate de evaluar el alcance y la naturaleza de la influencia de Gurdjieff, indistintamente de los que trabajaron con él y los que vinieron después de él, así como su lugar en las corrientes espirituales de la sociedad moderna. Existe mucho daño almacenado para los investigadores que intentan trazar la influencia de Gurdjieff en la cultura bajo rúbricas más convencionales. Es cierto que un número creciente de personas, exponen ahora lo que pudiera llamarse una filosofía o psicología Gurdjieffiana, pero enfocarse en este aspecto de su influencia, es perder el aspecto esencial de su trabajo y la única verdad normativa, mediante el cual su impacto en nuestra cultura puede ser medido realmente. Como los fundadores de cada gran camino espiritual, se dio cuenta que era preferible el despertar que el adoctrinamiento. El curso de su vida como maestro, no sigue la lógica de un individuo buscando simplemente extender una doctrina.
  
Cuando por lo tanto, se admite que la influencia de Gurdjieff ha afectado un gran número campos y disciplinas -tales como religión, literatura, psicología, filosofía, las artes visuales, música, danza, etc.- debe ser añadido que esta influencia no representa una fanática adherencia a los principios “Gurdjieffianos” o ideales que sean extraños al terreno en cuestión. La influencia de Gurdjieff se mostraría por sí misma, más bien, en ciertos valores e intereses subyacentes -es decir en una amplia y profunda comprensión del campo o disciplina que se trate, más bien que en una comprensión excéntrica.

¿Cómo considerar entonces las formas más externamente visibles en que sus ideas y formulaciones han entrado en la cultura moderna? Podría argumentarse por ejemplo que la palabra “consciencia” adquirió las connotaciones que tiene actualmente, debido al uso que hizo Gurdjieff de ella, para designar un aspecto de la mente superior distinto al del pensamiento ordinario. O como se ha mencionado anteriormente, es claro que su noción del Cuarto Camino, que es un riguroso método espiritual inmerso en la nebulosa de las actividades de la vida cotidiana, ha sido adoptado por numerosos grupos religiosos y psico-religiosos en todo Occidente. Su énfasis acerca del papel de la auto-observación ha tenido también una amplia influencia, al grado que existe un vago, pero común entendimiento entre los buscadores espirituales de hoy en día, de que las alternativas de introspección o comportamiento positivista sin objetivos, agotan las posibilidades de la habilidad individual para estudiar y conocerse a sí mismo.

Además, los conceptos modernos de dinámica de grupo fueron fuertemente influidos por lo que aportó, por tanto, la idea completa de la necesidad del trabajo de grupo con el fin de afectar la transformación psicológica o conductual de cualquier clase, deben remontarse en parte al énfasis de Gurdjieff acerca del trabajo de grupo, en lugar de la relación del discípulo con el guru en Oriente, como indispensable para el desarrollo espiritual de Occidente. Pero debido precisamente a que la influencia de Gurdjieff no puede medirse por el número de individuos que exponen sus ideas, nadie puede medir su influencia en  la cultura mediante formulaciones verbales o conceptos que él mismo haya originado y que disfruten de una cierta preferencia. Sea que Gurdjieff haya contribuido a formar auténticos hombres y mujeres o no lo hiciera. La magnitud de lo que realizó es la medida en la que su influencia debe ser valorada.
  
La Escuela de Gurdjieff  

Después de haber abierto la cuestión de cómo considerar la influencia de Gurdjieff, es ahora posible hablar brevemente acerca de los medios principales mediante los cuales su influencia podría ser un factor en nuestra civilización. Obviamente el término “escuela” cuando se aplica a la enseñanza de Gurdjieff, no se refiere y no puede referirse solamente a grupos de seguidores conectados que comparten actitudes o creencias intelectuales. El término tiene un significado muy preciso en la enseñanza de Gurdjieff, un tanto afín al significado de “monasterio,” “ashram,” o “hermandad,” como han sido usados en la historia de las tradiciones religiosas, o como se aplicaron, digamos, a la escuela de Pitágoras o las escuelas de los pintores del medioevo o el Renacimiento. Es mediante un grupo de individuos estudiando y trabajando juntos en diferentes niveles, que la transmisión de la enseñanza pretendía llevarse a cabo. Como ya se ha notado, es claro que él no creía que el hombre Occidental pudiera ser espiritualmente ayudado más allá de cierto punto, por las formas Orientales tradicionales de relación individual entre un guru y un alumno. Simultáneamente enfatizaba fuertemente que la guía era indispensable y que ningún individuo podía esperar obtener la liberación trabajando sólo. Una “escuela,” se consideraba ser un ordenamiento dinámico de precisas condiciones morales, psicológicas y físicas, dentro de la cual un grupo relativamente pequeño de individuos pudiera interactuar para la causa de su auto-desarrollo, lo que llegó a ser la principal forma de transmisión.

Solamente tales condiciones, enseñaba Gurdjieff, podían permitir a los alumnos más viejos y experimentados transmitir su conocimiento como parte de su propio trabajo interior, permitiendo a todas las partes tener en cuenta las tendencias siempre presentes de falta de atención, sugestionabilidad y fantasía. La “escuela” de Gurdjieff representa entonces un intento de establecer una escuela del despertar específicamente adaptada a la vida moderna -con todas las tensiones y paradojas que sugiere la frase, cuando se toma dentro del contexto predominante materialista de la civilización contemporánea, es decir, sus tendencia abrumadora y omnipresente de llevar a los hombres y mujeres afuera de sí mismos, hacia lo externo, en lugar de llamarlos al retorno de las fuentes del espíritu.

Aunque un buen número de individuos bien conocidos han estado y permanecen asociados con el "Trabajo de Gurdjieff", como se llama la escuela, continuando con el significado de la palabra en la tradición alquímica, muchos de los principales discípulos de Gurdjieff decidieron permanecer desconocidos para el público, como lo fueron muchos de los líderes de la segunda y tercera generación de la enseñanza. Intentar ilustrar la naturaleza de la membresía mediante la cita de solamente algunas de aquellas figuras conocidas al público por lo tanto puede ser engañoso. Como regla general, aquellos involucrados en "el trabajo" proseguían con su vida ordinaria sin llamar la atención sobre su afiliación.

Las actividades de los grupos de trabajo son variadas en su forma, y el énfasis cambia en cierta medida en respuesta a las necesidades culturales e individuales. Una de las principales funciones, es la de crear condiciones que tienen el potencial para desarrollar en cada individuo la facultad de  la atención, y un método práctico multilateral para desarrollar el acceso a esta energía en relación a las tres fuentes básicas de percepción en la psiquis humana -los tres centros.

El estudio de la liberación de la atención,  que permanece inexplorada en las condiciones de la vida moderna, se entiende como indispensable para desarrollar lo que Gurdjieff denominó “auto-observación.” Efectivamente, como ya se ha indicado, la enseñanza de Gurdjieff es una disciplina esencial y universal, que fue expresada por Sócrates y las antiguas enseñanzas, inscripto en las palabras del oráculo de Delfos -“Conocete a ti mismo”- así como en los Evangelios con la sentencia críptica monosílaba griega gregoreite (despertar) y en el Budismo bajo la designación nana dhasana (visión). Pero aunque suficientemente claro para iniciados en esas antiguas tradiciones, son prácticamente inaccesibles a un moderno y educado hombre occidental. Las abundantes y variadas maneras de trabajo son entendidas como una forma, para que la gente moderna se adhiera y ponga en uso práctico esta disciplina, como algo literalmente indispensable para una vida regenerada y todo progreso real.
  
En relación a esta orientación es la idea básica de Gurdjieff acerca de “Un Camino en la Vida”, el cual ha ejercido una tremenda influencia, bajo distintas interpretaciones, sobre muchas nuevas religiones y movimientos psicológicos en el mundo Occidental. Esto significa que el estudiante busca entender la vida como tal, sin intentar alterar nada en el nombre del desarrollo interior. Las relaciones familiares, vocación, enlaces personales, y obligaciones, son al menos al principio, dejadas tal cual sin ninguna afectación, tanto por el material que proveen para el auto-conocimiento, como por el valor vigoroso y esencial que todas las relaciones humanas contienen, cuando las mismas están involucradas con una atención más central y armoniosa.
  
Extractado y adaptado por Alfredo Marinelli para el Blog "Gurdjieff y Ouspensky Estudio e Investigación" de "G. I. Gurdjieff and  His  School" by Jacob Needleman, "Gurdjieff International Review".

EL JUEGO SUPREMO

En la medida que clarifiquemos los juegos y las metas que nos ofrece la existencia, podremos esclarecer el propósito y la función de cada uno de nosotros, que a manera de rol desempeñamos en la vida.

Diferenciar los distintos juegos, del aquí denominado "Juego Supremo", requiere de cierta valorización y comprensión del papel, acorde a su origen, que representa cada uno de ellos.


Todo juego tiene sus reglas, en los juegos de la vida las reglas son impuestas por condiciones naturales, económicas o sociales. Las condiciones naturales generan en el hombre deseos y necesidades básicas que podemos considerar como legítimas, sin embargo las condiciones económicas y sociales, es decir la influencia del entorno en el cual se encuentra inmerso, generan deseos y necesidades ficticias e ilusorias, convirtiéndose el hombre en un esclavo sin control sobre su vida, siendo impulsado y atraído por fuerzas externas, evaluadas desde su interior a través de la dicotomía placer-dolor. Estando a merced de las impresiones casuales, es un esclavo de sus deseos, la mayoría de ellos perjudiciales.


El desempeño fehaciente de todo deseo es lo que hace posible la interacción con todo juego, y a esto comúnmente lo llamamos nuestras "acciones", sin embargo es sólo la reactividad a las motivaciones externas. Lo que denominamos voluntad es solo la resultante de los deseos.


Los deseos y lo juegos en los que participamos están consustancialmente unidos y realimentados, siendo la mayoría ficticios e ilusorios, como la influencia movilizadora del entorno que los creo, ya que poco tienen que ver con la realización de nuestra verdadera identidad.


Todos los juegos funcionan en base a deseos motivados por fuerzas externas, sin embargo quien quiera jugar el “Juego Supremo” necesita de un deseo superior, generado desde su interior a través de una necesidad, un anhelo, una aspiración, que podemos denominar deseo de auto-realización o de auto-trascendencia. En todos los juegos somos impelidos, en el “Juego Supremo” es necesaria la intencionalidad, ya que nadie nos impele, nada externo lo solicita o lo requiere, podemos vivir y morir sin jugarlo, depende exclusivamente de nuestra intrínseca necesidad.
 
En el acto volitivo de esta intrínseca necesidad subyace la gran decisión, ésta es la única y valedera elección posible, realizada en modo intencional y no programado por influencias externas, denominada Libre Albedrío, podemos elegir jugar “El Juego Supremo” o no.
Alfredo Marinelli


JUEGOS Y METAS

 


Un juego es esencialmente una prueba de fuerza o una prueba de ingenio jugado dentro de un modelo que está definido por reglas. Las reglas son esenciales. Si las reglas no se observan, el juego deja de serlo por completo. Un juego de ajedrez sería imposible si uno de los jugadores insistiera en manejar todos los peones como si fueran reinas.

Los juegos de la vida reflejan los propósitos en la vida. Y los juegos que el hombre escoge para jugar indican no sólo su tipo, sino además su nivel de desarrollo interno. Podemos dividir los juegos de la vida en juegos objetivos y juegos sublimes.

Se puede considerar a los jue­gos objetivos como aquellos que son jugados para el logro de cosas materiales, primordialmente el dinero y los objetos que éste puede comprar. Los juegos sublimes buscan la obtención de cosas intangibles, tales como el conocimiento o la "salvación del alma". En nuestra cultura predominan los juegos objetivos. En las cul­turas primitivas predominaron los juegos sublimes. A los jugadores de los juegos sublimes los juegos objetivos siempre les han pare­cido superfluos y fútiles, es una actitud que se resume en los Evangelios con las siguientes palabras: "¿Qué aprovecharía al hombre si ganara el mundo y perdiese su alma?" A los jugadores de los juegos objetivos los juegos sublimes les parecen confusos y mal definidos, que envuelven conceptos nebulosos como son la belleza, la verdad o la salvación. La totalidad de la población humana de la Tierra puede ser dividida tajantemente en dos grupos: los jugadores de juegos sublimes y los jugadores de juegos objetivos.
 
Todos los juegos se juegan de acuerdo a reglas. En los jue­gos creados por el hombre tales como el póquer, las reglas son impuestas por la ley de probabilidades (las apuestas en contra de una escalera son de 254 a 1 y en contra de una flor imperial son de 508 a 1) o dependen de limitaciones especiales (los peo­nes y otras piezas en el ajedrez tienen cada una su propio movi­miento). En los juegos de la vida las reglas son impuestas por condiciones naturales, económicas o sociales. El jugador debe re­cordar el propósito y conocer las reglas. Aparte de esto, la calidad de su juego depende de sus características innatas. El juego que un hombre puede jugar está determinado por su tipo. Aquel que trata de jugar un juego que no corresponde a su tipo, viola su propia esencia con consecuencias que frecuentemente son desastrosas.


LOS JUEGOS INFERIORES
 
El del puerco-en-la-batea es un juego objetivo simple. Su fin es meter el hocico en la batea tanto como sea posible, tragar en exceso, sacando a los otros puercos por la fuerza. Un jugador fuerte del puerco-en-la-batea tiene todas las cualidades con que la propaganda comunista enmarca al capitalista: codicioso, insa­ciable, despiadado, astuto, egoísta. Este juego está gobernado por el deseo de placer y su lucha por la satisfacción, incitando al hombre a actividades a través de las necesidades biológicas primitivas, la necesidad de alimento y la necesidad de sexo. Con frecuencia sucede que el hombre no desempeña otro papel que el forzado en él por el deseo de placer.

El juego-del-pavoneo se juega para obtener fama. Está di­señado principalmente para inflar el falso ego y mantenerlo así. Los jugadores del-pavoneo se hallan hambrientos de ser conoci­dos y que se hable de ellos. Quieren, en una palabra, ser cele­bridades, aun cuando no haya nada digno de, celebrarles. Para gentes de algunas profesiones (actores, políticos) este juego es prácticamente una obligación, ya que se ven forzadas a mantener una "imagen pública" que puede no tener ninguna relación con lo que ellas son realmente. Pero al verdadero jugador del-pavoneo, cuya felicidad depende enteramente de la frecuencia con que aparezca su nombre en los periódicos, no le importa mucho la imagen pública. Para él cualquier publicidad es mejor que nin­guna. Prefiere ser bien conocido como bribón que no ser conocido.

El juego-de-Moloch es el más mortal de todos los juegos; se juega para obtener "gloria" o "victoria" por algunos de los más calificados profesionales del crimen, quienes han sido adiestrados para considerar tales crímenes como justificables por el solo he­cho de que sus víctimas favorecen una religión o sistema político diferente y pueden así ser colectivamente señalados como "el ene­migo". El juego-de-Moloch es un juego puramente humano. Otros mamíferos, aun cuando pelean con miembros de su propia es­pecie, observan cierto grado de moderación y raramente pelean a muerte. Pero los jugadores del juego-de-Moloch no tienen moderación alguna. Atraídos por algún brillante sueño de gloria o poder, matan con ilimitado entusiasmo, destruyendo ciudades enteras, devastando países completos. Este juego se juega tan apasionadamente y con tal abandono que a nada, ni a la compasión, la decencia, la simpatía, ni siquiera al sentido común, se permite interferir con la orgía destructiva. Así como los devotos del dios Moloch sacrificaban sus hijos al ídolo, así los jugadores del juego-­de-Moloch sacrifican las vidas de miles de jóvenes en el nom­bre de cualquier brillante abstracción (antiguamente llamada "la gloria" y ahora más comúnmente llamada "defensa").

Estos tres juegos, el del puerco-en-la-batea, el del-pavoneo y el juego-de-Moloch, son actividades más o menos patológicas. Los jugadores que "ganan", no ganan nada que verdaderamente puedan llamar propio. El del puerco-en-la-batea puede volverse doblemente rico que un creso, sólo para verse a sí mismo amar­gado, vacío e infeliz, sin saber qué hacer con la riqueza que ha amasado. Los jugadores del-pavoneo pueden volverse tan famosos que todo el mundo conozca su nombre, sólo para darse cuenta de que esta fama es simplemente una sombra y un manantial de in­convenientes. Los jugadores del juego-de-Moloch pueden bañarse en sangre hasta las orejas, sólo para descubrir que la victoria o la gloria, para la cual sacrificaron millones de vidas, son palabras vacías, como prostitutas ricamente ataviadas que conducen a los hombres a su destrucción. Hay un elemento criminal en todos estos juegos, porque, en cada caso, dañan tanto al jugador como a la sociedad de la cual forma parte. Sin embargo están tan deformadas las normas con que el hombre mide la criminalidad, que los jugadores de esos juegos son más bien considerados "pi­lares de la sociedad" que lunáticos peligrosos que debieran ser confinados a islas remotas donde no pudieran dañarse a sí mis­mos ni a los demás.

Entre los juegos superiores y los inferiores, hay un juego neutral, el juego-del-hombre-de-familia, cuyo propósito es sim­plemente formar una familia y proporcionarle todo lo necesario para la vida. No podemos llamarlo ni juego sublime ni juego objetivo. Este es el juego biológico básico, del que depende la continuación de la raza humana. Además, es posible encontrar en toda sociedad humana un cierto número de no-jugadores, gente que, debido a un defecto constitucional, es incapaz de encon­trar algún juego digno de jugarse, seres que son, como resultado, parias crónicos, que se sienten apartados de la sociedad y gene­ralmente se convierten en desordenados mentales, tendiendo a volverse antisociales y criminales.


LOS JUEGOS SUPERIORES
 
Los juegos sublimes raramente se juegan en su forma pura. El juego-del-arte es idealmente dirigido a la expresión de una conciencia interna, vagamente definida como belleza. Esta con­ciencia es subjetiva. La belleza de un hombre puede ser el horror de otro, la belleza de una época puede parecer fea en otra. Pero los malos jugadores de este juego no tienen conciencia interna. Son técnicamente eficientes e imitan a aquellos que son cons­cientes, conforme a la moda, cualquiera que ésta sea. Todo el juego-del-arte, como se juega en la actualidad, está teñido de comercialismo; la codicia de los coleccionistas lo impregna con un mal olor. Se complica aún más por la tendencia al exhibicionismo que aflige a casi todos los artistas contemporáneos, ya sean éstos pintores, escultores, escritores o compositores. Como todos los conceptos tradicionales de la belleza se han abandonado, cualquier cosa tiene éxito, tan sólo con que sea novedoso y sor­prendente. Esto hace casi imposible juzgar si un trabajo de arte corresponde a la conciencia interior del artista o es solamente la muestra de que trató de ser listo.

El juego-de-la-ciencia es también raramente jugado en su for­ma pura. Este, en su mayor parte, es usurpación, una fastidiosa resonancia de variaciones sobre algunos temas básicos hechos por investigadores que son poco más que técnicos con elevados tí­tulos. El juego-de-la-ciencia se ha vuelto tan complejo, tan vasto y tan caro, que se da preferencia a empresas más o menos ruti­narias. Cualquier cosa verdaderamente original tiende a ser ex­cluida por el formidable aparato de comités que media entre el científico y el dinero que necesita para su investigación. Debe planear sus investigaciones de acuerdo con las ideas preconcebidas del comité, o se encontrará sin fondos. Además, en el juego-de-­la-ciencia, como en el juego-del-arte, hay mucha hipocresía y una enajenante búsqueda de posición, que se vislumbra en los pueriles argumentos usados para obtener prioridad en la publicación. El juego se juega, no tanto por el conocimiento, sino por el apoyo al ego del científico.

Al juego-del-arte y al juego-de-la-ciencia debemos agregar el juego-de-la-religión, un juego sublime jugado con un propósito vagamente definido como el logro de la salvación. El juego-de-la-religión, como se jugaba en el pasado, tenía una serie de reglas bien definidas. Era jugado principalmente para beneficio personal de los sacerdotes de una clase u otra. Para obligar a sus segui­dores a jugarlo, los sacerdotes inventaron varios dioses, con los cuales únicamente ellos podían comunicarse, cuya ira sólo ellos podían calmar, cuya cooperación sólo ellos podían lograr. Quien necesitaba ayuda de los dioses o deseaba evitar su ira, tenía que pagar al sacerdote para lograrlo. Más adelante, el juego se vivi­ficó, y el poder de los sacerdotes sobre la mente de sus víctimas se fortaleció aún más mediante la invención de dos estados pos­teriores a la muerte: un cielo dichoso y un infierno terrible. Para permanecer fuera del infierno y ganar los cielos, el jugador tenía que pagar a los sacerdotes, o tendrían que hacerlo sus familiares a la muerte de aquél.

Un aspecto particularmente desagradable del juego-de-la-re­ligión resultó de la insistencia de ciertos sacerdotes en que su marca de dios era el único dios, y que su forma del juego era la única permisible. Tan ansiosos estaban estos sacerdotes por mantener el juego enteramente en sus manos que no titubearon en perseguir, torturar o matar a cualquiera que deseara jugar el juego en otras reglas.

Podríamos simplificar nuestro resumen de los juegos si pu­diéramos ofrecer la descripción anterior del juego-de-la-religión sin más comentarios, pero es obvio para cualquier observador de mente despejada que hay otro elemento en el juego-de-la-religión además del que se juega con la ingenuidad de los creyentes y la venta de pases para entrar a un cielo de mentirillas. Todas las grandes religiones ofrecen ejemplos de santos y místicos que obviamente no jugaron el juego para provecho material, cuya indiferencia al confort personal, a la riqueza y a la fama fue tan completa como para despertar nuestro asombro y admiración. Ellos jugaron el juego con reglas y propósitos entera­mente distintos a los de los "sacerdotes", quienes vendían viajes al cielo por fuertes sumas de dinero e insistían en su pago por adelantado (y desde luego sin devolución del precio en caso de insatisfacción).


EL JUEGO SUPREMO

¿Qué clase de juego jugaron estos místicos? Dentro de la matriz impuesta por su religión, estos jugadores intentaron el más difícil de todos los juegos, el Juego Supremo, cuyo propósito es la obtención de una conciencia plena o de un verdadero despertar. Era natural que estos jugadores jugaran su juego dentro de una matriz religiosa. La idea básica subyacente en todas las grandes religiones es que el hombre está dormido, que vive en medio de sueños y decepciones, que se ha apartado de la con­ciencia universal (la única definición de Dios plena de signifi­cado) para arrastrarse dentro de la estrecha coraza de un ego personal. Emerger de esta estrecha coraza, recuperar la unión con la conciencia universal, para pasar de la oscuridad de la ilusión egocéntrica a la luz del no-ego, éste es el verdadero pro­pósito del juego-de-la-religión como fue definido por los grandes maestros Jesús, Gautama, Krishna, Mahavira, Lao-Tse y el Só­crates platónico. Entre los musulmanes, estas enseñanzas fueron divulgadas por los sufíes, quienes en sus poemas alaban la delicia de la reunión con el Amigo. Para todos estos jugadores era obvio que el juego-de-la-religión, como lo jugaban los sacerdotes a sueldo, con sus desagradables trucos confidenciales, promesas, ame­nazas, persecuciones y matanzas, era meramente una horrible parodia del juego real, una terrible confirmación de la verdad de la sentencia "Esta gente me reza con sus labios pero su co­razón está alejado de mí... tienen ojos y no ven, oídos y no oyen, ni comprenden".

Fue tan poco lo que comprendieron que, al menos dentro de la matriz de la religión "cristiana", en verdad se volvió fí­sicamente peligroso durante muchos siglos tratar de jugar el Jue­go Supremo. Los jugadores serios se veían acusados de herejía, encarcelados por los inquisidores, torturados y quemados vivos. Se volvió insoportable jugar el juego abiertamente. Para sobrevivir, uno tenía que adoptar un disfraz, pretender que el verdadero interés de uno era la alquimia o la magia, las cuales eran per­mitidas por los sacerdotes, quienes no comprendían el significado real de ninguna de ellas.

El jugar o intentar jugar el Juego Supremo no entraña pe­ligro hoy en día. La tiranía de los sacerdotes ha terminado más o menos. El juego-de-la-religión, aun con tanto engaño como siempre, cuando contiene más contradicciones que nunca, es ju­gado sin amenazas de tortura o muerte. Gran parte del viejo veneno ha quedado fuera del juego; de hecho, es incluso posible para los sacerdotes que llevan al cuello la etiqueta de "católicos" ser moderadamente corteses con aquellos que llevan la una vez odiosa etiqueta de "protestantes". Así que el juego es ahora ju­gado con cierto refreno, no porque el hombre se haya vuelto más tolerante, sino porque toda la cuestión de cielo versus infierno, salvación versus condenación, ya no se toma muy en serio. La pelea hoy en día, es más bien entre sistemas rivales políticos que entre teológicos. Pero aun cuando ya es seguro jugar el Juego Supremo, esto no ha servido para hacerlo popular. Aún continúa siendo el juego de mayor exigencia y dificultad, y en nuestra sociedad hay pocos que lo juegan. El hombre contemporáneo, hipnotizado por el brillo de sus propios artefactos, tiene poco contacto con su mun­do interno, se relaciona con el espacio externo, no con el interno. Pero el Juego Supremo se juega enteramente en el mundo in­terno, un territorio vasto y complejo, acerca del cual el hombre conoce muy poco. El propósito del juego es el verdadero despertar, el completo desarrollo de los poderes latentes en el hombre. El juego puede jugarse sólo por personas cuyas observaciones de sí mismas y de los demás las hayan conducido a cierta conclusión, a saber: que el estado ordinario de la conciencia del hombre, su estado llamado de vigilia, no es el más alto nivel de conciencia de que es capaz. De hecho, este estado se halla tan lejos del verdadero despertar que puede ser apropiadamente llamado una forma de sonambulismo, una condición de "soñar despierto".

Una vez que una persona ha llegado a esta conclusión, ya no puede dormir confortablemente. Un nuevo apetito nace den­tro de ella: el hambre de un verdadero despertar, de una con­ciencia plena. Comprende que ve, oye y conoce sólo una pequeña fracción de lo que puede ver, oír y conocer, que vive en la más pobre y deteriorada de las habitaciones de su morada interna, pero que puede entrar en otras habitaciones, hermosas y llenas de tesoros, cuyas ventanas están orientadas hacia el infinito y la eternidad. En estas habitaciones puede trascender su pequeño "yo" personal y experimentar el renacimiento espiritual, "el salir de la tumba", que es el tema de tantos mitos y la base de todos los misterios religiosos, incluyendo el cristianismo.

Quien llega a esta conclusión, está listo para jugar el Juego Supremo. Pero aun cuando esté listo, no necesariamente sabe cómo jugarlo. El no puede desarrollar este conocimiento instin­tivamente, porque la naturaleza no ha dotado al hombre de tal instinto. Ella provee al desenvolvimiento del hombre hasta la edad de la pubertad, dotándolo con el instinto para propagar su especie, pero después de esto lo abandona a sus propios re­cursos. Lejos de ayudar al hombre a desarrollarse hacia el armo­nioso e iluminado Ser que puede devenir, la ciega fuerza de la evolución pone obstáculos en su camino.

Quien desee jugar el Juego Supremo se ve por lo tanto obli­gado a buscar un maestro, un hábil jugador que conozca las reglas. Pero ¿dónde encontrará tal maestro? Una cultura mate­rialista, como la nuestra, espiritualmente empobrecida, no puede ofrecer instrucciones al aspirante. Los grandes y altamente es­pecializados centros de adiestramiento llamados universidades ob­viamente carecen de universalidad. No ponen énfasis primera­mente en la expansión de la conciencia y en segundo lugar, en la adquisición de un conocimiento especializado. Educan sólo una pequeña parte de la totalidad del hombre. Atiborran de datos el cerebro intelectual, y prestan atención a la educación del cuerpo físico favoreciendo algunos idiotizantes deportes competitivos. Pero no ofrecen la verdadera educación, en el sentido de una expan­sión de la conciencia y del armonioso desarrollo de los poderes latentes en el hombre.

La Psicología Creativa está basada en la idea de que el hombre puede crear mediante sus propios esfuerzos un nuevo ser dentro de sí mismo (el segundo naci­miento). Como resultado, puede gozar ciertas experiencias, ejer­citar ciertos poderes, obtener ciertos vislumbres que son comple­tamente inconcebibles para el hombre en su estado ordinario. 

La Psicología Creativa implica la forma más elevada de crea­tividad de que el hombre es capaz, la creación de un ser verda­deramente dirigido desde el interior en vez del desamparado es­clavo sin dirección que es. Este trabajo creativo abarca todos los aspectos de la conducta del hombre: el instintivo, el motriz, el emocional y el intelectual. Implica una comprensión de la química del cuerpo y de la mente; un estudio del tipo y todo lo perteneciente a éste, la fortaleza y las debilidades que el mismo impone. Implica un estudio de la actividad creativa, las artes, artesanías, técnicas de diversas clases y de los efectos que estas actividades producen en los niveles de conciencia, un estudio de los eventos en grande y pequeña escala, una conciencia de los procesos que tienen lugar en las comunidades humanas y no humanas que afectan al individuo adversamente o en otra forma. Porque el hombre no puede ser estudiado separado de su medio ambiente y quien desee conocerse a sí mismo también debe co­nocer el mundo en que vive.

La teoría de la Psicología Creativa puede ser estudiada en libros. La práctica es un asunto diferente. Para esto es nece­sario un maestro. Si alguien trata de practicar el método sin un maestro, casi es inevitable que se encuentre con ciertas difi­cultades que no podrá superar. El mecanismo que crea la ilusión en la psique del hombre no deja de operar únicamente porque el hombre decida practicar la Psicología Creativa. De hecho, puede operar más activamente. De manera que él puede gozar toda clase de pseudos experiencias como resultado, no de la ex­pansión de la conciencia, sino del trabajo de su propia imaginación. Un maestro puede ayudarle a separar lo verdadero de lo falso; puede prevenirle de las trampas que se encuentran en su camino.

Más aún, el solitario practicante de Psicología Creativa vive hoy en una cultura que más o menos se opone totalmente a la meta que se ha fijado a sí mismo, que no reconoce la existencia del Juego Supremo y que considera a los jugadores de este juego como tipos raros o ligeramente locos. Así, el jugador afronta gran oposición de parte de la cultura en que vive y debe luchar contra fuerzas que tienden a detener su juego aun antes de em­pezarlo. Sólo encontrando a un maestro y formando parte del grupo de discípulos que éste haya reunido a su alrededor, puede encontrar el estímulo y el apoyo necesarios. De otra manera, sim­plemente olvida su propósito o se desvía hacia un lado del ca­mino y se pierde a sí mismo. Desafortunadamente, es muy difícil encontrar tales maestros y tales grupos. No se hacen publicidad; operan bajo disfraces. Más aún: existe una abundancia de frau­des y de tontos que se hacen pasar a sí mismos como maestros sin tener derecho a ello. Así que el aspirante a jugador del Juego Supremo se enfrenta al principio a una de las pruebas más difí­ciles en su carrera. Debe encontrar a un maestro que no sea ni un tonto ni un fraude y convencerlo de que él es digno de recibir la enseñanza. Su futuro desarrollo depende en gran parte de la habilidad con que realice esta tarea.
                                                                                               
Extractado por Alfredo Marinelli para el blog: Gurdjieff y Ouspensky - Estudio e Investigación. 

Fuente de Información: Robert S. de Ropp  - “El Juego Supremo”.

LA CAÍDA DEL EGO

Comentario por Alfredo Marinelli

Las ideas de Gurdjieff conforman un todo coherente y sustancial en sí mismo, comparable a un organismo viviente, dentro del cual cada una de las partes se relaciona con todas las demás, y depende de ellas. Con estas palabras Kenneth Walker definía la especial significancia del conocimiento en el “Cuarto Camino”, donde nada está aislado y todo está relacionado.

Podemos encontrar muchas de estas partes, aunque en forma aislada en distintos sistemas psicólogicos o espirituales, ya sean orientales u occidentales, el estudio comparativo con estas partes es un elemento que ayuda a la comprensión, y a jerarquizar la valorización interna del “Trabajo”.

En este sentido Alan Watts: manifestaba que: "Sólo podemos comprender nuestra cultura a través del conocimiento, aún teórico, de comparación relacionado a otras culturas". De la misma manera en cierta etapa del "Trabajo" la similitud y confrontación con ideas provenientes de otras fuentes relacionadas al proceso regenerativo y evolutivo del ser humano, nos va a otorgar cierta objetividad y claridad del nuestro, brindándonos nuevas perspectivas para el entendimiento y la comprensión.
 
Respondiendo a esta premisa es que he incluido este ensayo titulado “La caída del Ego”, que si bien es un aspecto del proceso de transformación y no posee el lenguaje específico utilizado en los grupos del “Cuarto Camino”, por lo que determinadas palabras pueden generar alguna objeción, podemos encontrar un enfoque refrescante relacionado al trabajo sobre la “Personalidad” y la práctica de la “Consideración Externa”. La autora Mariana Caplan nos brinda un enfoque del proceso que es denominado en la terminología del "Trabajo" como la correcta polarización de la personalidad.

Nuestro verdadero ser interno es decir la esencia, la cual debe crecer y desarrollarse, permanece totalmente aislada por la coraza de una personalidad activa estructurada por el ego. La esencia en sí misma carece de elementos para poder comunicarse y estar en contacto directamente con el mundo externo que nos llega a través de los cinco sentidos, necesita de un instrumento transductor. Este instrumento es la personalidad, pero para esto debe cumplir un rol pasivo y ser un instrumento mediador, facilitando la correcta manifestación e intercambio a modo de puente entre el mundo externo y el mundo interno del hombre. En su correcta polarización la personalidad deja de ser una entidad separada que usurpa las energías de la esencia, sino que ayuda al pleno crecimiento y formación de la misma.

El conocimiento de uno mismo basado en las prácticas de auto-observación y no identificación proveen al hombre de la capacidad de discernimiento, vislumbrando lo que es verdadero y esencial de todo aquello adquirido, es decir su personalidad. Reconociendo las características de su personalidad, especialmente la estructurada en base al ego denominada "falsa personalidad", la cual está sustentada en el amor propio como base de su existencia, percibiéndose como algo separado del resto y solo circunscrito a sus deseos personales, comienza un proceso de aceptación y tolerancia de uno mismo, que en medida proporcional hace posible aceptar y tolerar a los demás. Recién en este proceso el hombre puede comenzar a aplicar fehacientemente la práctica de la "consideración externa" hacia sí mismo y hacia los demás, acercándose cada vez más a la posibilidad de poder cumplir el precepto esencial del cristianismo de “Amar al prójimo como a uno mismo”.


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La Caída del Ego   

Más allá de la fuerza o debilidad del ego, una cosa es segura, ¡está para quedarse! Las nociones de espiritualidad oriental sobre la trascendencia o la muerte del ego son, no sólo malinterpretadas por los aspirantes espirituales occidentales, sino también poco aplicables a sus necesidades reales. El ego occidental es tan complejo, ultra-autónomo y super desarrollado que, ni va a morir, ni tan siquiera caerá sin una gran batalla. Puedes ver el poder y la grandiosidad del ego occidental mirando cualquier gran ciudad de occidente, o su influencia en cualquier ciudad del planeta. El ego occidental mira hacia dentro como Las Vegas mira hacia fuera, es tan probable que el ego baje su espada como que los casinos en Las Vegas donen la mitad de sus ingresos a la caridad.

Cuando los occidentales, sobretodo los buscadores hiper-entusiastas, quedan atrapados en la idea de la muerte del ego, suelen pasar por un periodo de grandiosidad espiritual. Pregonarán, por dentro o por fuera, dependiendo del grado de elegancia que tenga el momento, sobre el hecho de ser "nadie" o "nada". Escribirán sus nombres en letra pequeña durante un tiempo o, aún peor, empezarán a referirse a ellos mismos como el "cuerpo mente" o "este cuerpo". Actos presuntuosos como estos representan un gran malentendido sobre la magnitud de la tarea de pedirle al ego que ocupe un segundo lugar, y aún más, de que cometa harakiri.

Cuando la filosofía oriental auténtica se refiere a "matar el ego", tan sólo se refiere a que su autonomía por encima del Ser verdadero muere, o que nuestra identificación con el ego, nuestra creencia de que él somos nosotros, muere. De buen seguro, no debemos pensar que cuando los grandes santos del este hablan de la muerte del ego, no son conscientes de su aún existente personalidad. Están profundamente familiarizados con la magnitud de su propia humanidad, lo cual incluye su personalidad basada en el ego. De hecho, es su conciencia acerca de la persistencia del ego y su resistencia a la sumisión lo que convierte al santo o al maestro en completamente compasivo y capaz de ayudar a otros en la comprensión del dominio del ego en sus vidas.
 
Ya que el ego no va a ir a ningún sitio, nuestra tarea abarca dos ámbitos: en primer lugar debemos aprender a desidentificarnos del ego. En este proceso de desidentificación, el ego se vuelve esclavo de la mente en lugar de su maestro. El ego se convierte en el pasajero en el tren de la conciencia humana en lugar de ser su conductor. La desidentificación ocurre cuando, por algún rayo de suerte o gracia, o a través de una práctica diligente y mortalmente honesta de auto-observación a lo largo de muchos años, somos capaces de salir suficientemente del ego como para ver objetivamente la dinámica de su funcionamiento. En estos momentos, y hasta el extremo en que podemos alargar estas situaciones de forma que nos permita experimentar periodos más largos de acción libre de los dictados del ego, experimentamos un proceso de desidentificación en el cual nos conocemos como algo distinto de la identidad egoica que ha estado dirigiéndonos durante toda nuestra vida.
 
Lo que ganamos es la posibilidad de, lo que podrían ser, los primeros momentos de espontaneidad que hemos tenido en nuestras vidas, a pesar de la idea sobre nosotros mismos como individuos "espontáneos" y "libres". O podemos quizá experimentar un sentimiento real, aunque nos hemos imaginado a nosotros mismos llenos de sentimientos únicos y reales desde siempre, ya que a través de la desidentificación nos volvemos presentes a la realidad de una forma dinámica. Sin embargo, debemos tener en cuenta con humildad, que para la gran mayoría de nosotros los mortales, la desidentificación sólo sucederá durante determinados momentos, y que una completa y continua desidentificación (referida por muchos como "iluminación"), es sólo algo a ser reivindicado, si es que alguna vez lo es, con el mayor cuidado y humildad. En lugar de esto, experimentaremos momentos de desidentificación en los cuales tendremos disponibles una visión clara. Podemos utilizar esta visión, para hacer elecciones que informarán y afectarán positivamente nuestras vidas cuando, de nuevo, y normalmente muy rápido, nos encontremos operando desde las limitantes cadenas de la identificación con el ego.
 
Con la desidentificación como una posibilidad deseada, la segunda tarea es aprender a vivir con el ego e incluso amigarse con él y abrazarlo. El hecho de que no nos amiguemos con el ego aparecía en el slogan de una camiseta que me dieron una vez, decía: "no necesitas enemigos, ¡te tienes a ti mismo!". Debemos aprender a "amar al enemigo como a uno mismo", porque nuestro verdadero enemigo somos nosotros mismos y continuamos siéndolo hasta que aprendemos a hacernos amigo del ego.
 
A pesar de que de forma cotidiana estamos completamente identificados con nuestro ego, también estamos en continua batalla con él. El alma suplica salir de los límites de la personalidad, mientras el ego permanece armado, custodiando cada esquina de nuestra psique. Esta batalla se libra en nuestro interior, normalmente de forma inconsciente, mientras tratamos de vivir vidas cotidianas y felices. No habrá una paz duradera hasta que nos conozcamos a nosotros mismos y nos hayamos aceptado hasta el punto de dar la bienvenida a aquello que percibimos como la causa de nuestra perdición. Para hacernos amigos del ego debemos dirigirnos directamente hacia los aspectos de nosotros mismos que suponen nuestros mayores fracasos, los aspectos más heridos, decrépitos y feos, y cogerlos internamente en nuestros brazos, mecerlos hasta devolverlos a la unidad, hasta que la fuerza vital regresa a ellos.
 
Al principio, debemos aproximarnos a nosotros mismos con la más diminuta voluntad de ver algo que nunca hemos querido ver sobre nosotros mismos y poner nuestra intención, con todo nuestro corazón, en tolerar esta visión durante el mayor número de momentos que seamos capaces sin que salgamos despavoridos o sin que busquemos alguna distracción interna o externa. Solamente procediendo de esta forma, durante tanto tiempo como sea necesario, meses, décadas, vidas, comenzamos a permitir de una forma más fácil que estos aspectos coexistan con nuestra autoimagen basada en el ego. Por el camino de la coexistencia con el ego, aparecen los principios de la aceptación, y eventualmente, se desarrolla una amistad. Hacerse amigo del ego es como aprender a vivir, e incluso a amar, al compañero de piso o familiar al que juraste que odiarías para siempre. El tiempo y las experiencias compartidas crean primero tolerancia y después amor. El tiempo empleado viendo al ego con claridad, después aprendiendo a cohabitar con nuestra visión de él, y, finalmente, aceptándolo incluso hasta el punto de ser capaces de reírnos de nuestros propios horrores, nos permite, a la larga, hacernos amigos de nuestro enemigo interno.
 
El beneficio secreto de hacerse amigo del ego, lo cual es otro fracaso del ego convertido en éxito, es que con ello nos hacemos amigos de todos los egos. Lo que creemos ser nuestro propio ego personal, es de hecho "El Ego", el mismo ego que existe en todas las entidades vivas, comenzando con los seres humanos y extendiéndose a las ciudades, culturas y países. El Ego toma rasgos de carácter específicos dependiendo del individuo o de la cultura en la que se encuentra, pero es exactamente el mismo mecanismo y opera de la misma forma en todas las cosas. La única diferencia es su humor o sabor. Por tanto, cuando nos hacemos amigos de nuestro propio ego, lo que es sólo una forma técnica y sofisticada de decir que llegamos a una profunda paz y aceptación con nosotros mismos, este proceso automáticamente se extiende al resto de la humanidad. Dejamos de resistirnos y de estar resentidos con otros por rasgos de carácter que son de origen mecánico, comprendemos como funcionan los seres humanos, y a través de nuestra lucha por minimizar el dominio del ego sobre nosotros, comprendemos lo difícil que es para otros comportarse distinto en un momento dado, mucho menos realizar un cambio genuino y duradero. Por lo tanto, nuestra tolerancia y aceptación hacia los demás se expande en proporción al grado de nuestra propia auto-tolerancia y auto-aceptación.

Mariana Caplan

Extractado por Alfredo Marinelli para el blog: "Gurdjieff y Ouspensky - Estudio e Investigación".
Fuente de Información: Mariana Caplan  - “The Way of Failure”.