ALGO SOBRE EL LENGUAJE

por Alfredo Marinelli

Nuestro lenguaje cotidiano es aplicable a la vida práctica, siendo un instrumento medianamente eficaz para comunicarnos sobre cosas que podemos ver, que podemos tocar y hasta acciones que podemos demostrar. 

En cuanto se pasa a un nivel más complejo, cuando queremos hablar sobre cosas intangibles, como ideas, sentimientos o estados internos, la complicación aparece y sólo podemos esperar que el que escucha entienda las palabras que usamos con el mismo significado que ellas tienen para nosotros. Cada palabra puede tener muchos significados diferentes, según sea el conocimiento que la persona disponga y el complejo de asociaciones que opere en el momento del habla, generalmente nos sentimos impotentes al no poder transmitir o expresar con claridad y fidelidad algo que corresponde a nuestra vida interior. 

No tenemos presente que las palabras son solamente los símbolos de las ideas reales y no son en sí las ideas mismas o la realidad a la cual ellas representan y tendrían que comunicar. Confundiendo el símbolo que es en sí sólo un vehículo, las palabras carecen de significado de objetiva semántica y por lo tanto están privadas de las energías que las raíces de éstas contienen. Las palabras son pronunciadas mecánicamente y como vehículo están vacías sin transportar nada, excepto la subjetividad de las mismas, basadas en la mecánica de la dualidad y la identificación. Así, al no diferenciar el símbolo que es la palabra, de la idea-realidad nos quedamos con las palabras, y aunque sabemos que la palabra agua no nos calmará la sed, igual nos confundimos y engañamos. La falta de auto conocimiento y por ende de sinceridad con uno mismo, nos hace hablar de cosas que en realidad no conocemos ni pudimos experimentar como si fueran verdades.

Una de las funciones de los grupos de trabajo, para una comunicación fehaciente, es el desarrollo de un lenguaje común, esto no es necesariamente aprender nuevas palabras, sino profundizar en el esclarecimiento del significado de las mismas. Con lo cual es posible  dar un preciso significado a las palabras acorde con una idea central,  o desde otro enfoque, un lenguaje cuya terminología incluya una indicación del punto de vista desde el cual se toma un concepto, y que también determine el centro de gravedad de ese concepto. La palabra comienza así a cumplir su verdadera función que es la de vehículo, se comienza a captar la idea y la fuerza energética que encierra cada palabra. 

En el lenguaje humano es imprescindible que el hablante relacione la palabra con un significado, y que a su vez ese significado sea percibido y comprendido por las demás personas, sin embargo las palabras y frases que se refieren a nuestra vida interna, son generalmente usadas con descuido y bastante ligereza por sus posibles significados. Si bien se requiere alguna fijación de significado, muchas palabras no pueden clarificarse en sentido literal, sino solo a partir de las experiencias internas a las que ellas se refieren. Cuando indagamos y compartimos lo experimentado, el significado de las palabras surge espontáneamente, y entonces las personas empiezan a entenderse entre sí, forjándose un eslabón que difícilmente pueda romperse.

Compartimos estados y vivencias de seres humanos comunes y ordinarios, que pueden abarcar entre otras cosas lo que nos gusta y lo que detestamos, ciertas teorías y puntos de vista, nuestras expectativas y satisfacciones, en definitiva compartimos nuestras vivencias, pero que generalmente tienen poca o ninguna implicancia ulterior en lo que a la transformación se refiere, y cuando queremos ser más explícitos y profundos, nos encontramos con que ninguna palabra parece expresar lo que nosotros necesitamos decir, y que necesitaríamos cientos de palabras para transmitir la complejidad de nuestras experiencias internas.

El proceso de transformación implica la comunicación y por lo tanto el desarrollo de la habilidad de compartir a través de un idioma común, que se manifiesta como un derivado del auto-estudio y del intercambio de lo experimentado, en donde la claridad del significado de las palabras referidas a la experiencia interna es de trascendental importancia.

Palabras como: evolución, transformación, Dios, fe, amor, esperanza, conciencia, ser, atención, yo, individualidad, voluntad, ser, alma, sensación, sentimiento, decisión, presencia, percepción, pensamiento, sinceridad, comprensión, entendimiento, etc., etc., etc., necesitan la clarificación del significado que colocamos en ellas.  Usamos todas estas palabras de manera bastante locuaz, pero muy raramente nos detenemos a profundizar lo que realmente ellas significan. Es casi sorprendente que tengamos algún pequeño éxito en nuestras comunicaciones referidas a nuestra vida interna. Necesitamos estar seguros de lo que nosotros realmente deseamos y pensamos comunicar, y no meramente hablar sobre nosotros mismos, que es una cuestión muy diferente.

Tenemos dos métodos disponibles para construir un idioma por medio del cual podamos compartir con otros. Uno corresponde a la primera línea de trabajo, es la observación e indagación en uno mismo, el otro corresponde a la segunda línea de trabajo, es el interrogatorio mutuo y el compartir lo experimentado con otros. Los dos deben combinarse para obtener un significado de las palabras, con un enfoque claro para nosotros y para poder trasmitirlo.

El trabajo de clarificación de los significados es una disciplina real. Para esto debemos, a toda costa, evitar la introspección mórbida o el interés excesivo en nosotros mismos.  El interés debe dirigirse a entender el volumen de nuestra experiencia aislada, de la misma manera como un científico examinaría un compuesto químico complejo. Además cuando discutimos los elementos de la vida interna con otros, debemos evitar inventar ideas que nosotros no podemos verificar.  

La clarificación de los significados debe estar basada en la comprensión, y ésta es algo que no se puede comunicar ni transcribir. Si esto fuese posible, el estudio de las enseñanzas espirituales o psicológicas sería muy simple ya que bastaría publicar una especie de diccionario o glosario y cada uno sabría todo lo que se necesita saber. 

Desde otro enfoque citando al Nuevo Testamento, Jesucristo dijo: “Mis palabras son espíritu y ellas son la vida”. Las palabras transmiten el poder psíquico o psicológico si este "Espíritu", como fuerza de acción, se encuentra impregnado  en ellas a través de un significado consciente, producto de la comprensión de todo aquel que trabaje sobre sí mismo.

Redactado por Alfredo Marinelli para el blog “Gurdjieff y Ouspensky - Estudio e Investigación”. Fuente de información: “Psicología de la posible evolución del hombre” de P. D. Ouspensky y “Transformation” de J. G. Bennett