Podemos encontrar muchos aspectos de la enseñanza en distintos sistemas psicológicos/espirituales, tales como el Sufismo, el Budismo o el Cristianismo, entre otros. El estudio comparativo de estas partes aisladas de distintas disciplinas con las ideas de la enseñanza, es un elemento que ayuda a la comprensión, y a jerarquizar la valorización interna del “Trabajo”.
En este sentido,
Alan Watts manifestaba que: "Solo podemos comprender nuestra cultura a
través del conocimiento, aún teórico, de comparación relacionado con otras culturas".
De la misma manera en cierta etapa del "Trabajo" la similitud y
confrontación con ideas provenientes de otras fuentes relacionadas con el
proceso regenerativo y evolutivo del ser humano, nos va a otorgar cierta
objetividad y claridad del nuestro, brindándonos nuevas perspectivas para el
entendimiento y la comprensión.
Respondiendo a esta premisa he incluido en el blog este ensayo titulado “La caída del Ego”, el cual es un aspecto del proceso de transformación, en donde podemos encontrar un enfoque vivificante relacionado con la función de la “Personalidad”, la “Esencia” y la práctica de la “Consideración Externa”. La autora, Mariana Caplan, nos brinda un enfoque del proceso que es denominado, en la terminología del “Trabajo”, como: La correcta polarización de la personalidad.
Desde el punto de
vista de la enseñanza, la personalidad es un tejido de recuerdos, pensamientos,
emociones y sensaciones generados por las normas de conductas adquiridas en el
curso de la vida, fomentadas por la educación, la cultura, la gente con la cual
nos relacionamos, etc. En otras palabras, la personalidad es todo lo adquirido,
y que erróneamente hemos
llegado a llamar «yo»1. Mientras que la esencia es nuestro
verdadero ser interno, es lo innato, lo propio, lo que el ser humano trae a esta vida.
Una de las ideas cosmológica de Gurdjieff, la
cual podemos utilizar como marco hipotético referencial, dice que la
personalidad existe en el tiempo y el espacio, por lo tanto, es transitoria,
mientras que la esencia trasciende el tiempo y el espacio, por lo que es
inmortal.
Nos encontramos
en la situación actual, en donde si bien la esencia debe crecer, está
imposibilitada de cualquier desarrollo, ya que permanece totalmente aislada por
la coraza de una personalidad activa estructurada por el ego. La esencia en sí
misma carece de los elementos para poder comunicarse, necesita de un
instrumento transductor para estar en contacto con el mundo externo que nos
llega a través de los cinco sentidos. Este instrumento es la personalidad, pero
para que esto suceda debe desempeñar un rol pasivo y no activo, comenzando a
cumplir la función mediadora que facilite la correcta manifestación e
intercambio, a modo de puente, entre el mundo externo y el mundo interno del
hombre. En su correcta polarización, la personalidad, deja de ser una entidad
separada que usurpa las energías de la esencia, si no que ayuda al pleno
crecimiento y formación de la misma.
Mediante el
trabajo sobre la atención, aplicada a las técnicas y prácticas de auto-observación
y auto-recordación, dejamos de colocar la sensación
de yo en eso que llamamos “uno mismo”, comenzando a ver los pensamientos,
sentimientos y acciones no como algo propio, sino perteneciente a la
personalidad. Empezamos a adquirir la capacidad de separar la sensación de yo de todos nuestros
estados, comprendiendo
lo que significa el estado ordinario de identificación con uno mismo.
Con la aparición
de esta nueva capacidad de discernimiento, vislumbrando lo que es verdadero y
esencial de todo aquello adquirido, estamos transfiriendo nuestra identidad de la
personalidad, que es erróneamente lo que creemos que somos, a la esencia, que es lo
realmente somos
Al ir reconociendo
paulatinamente los rasgos y características de la personalidad, especialmente la
estructurada por el ego, denominada "falsa personalidad", la cual
está sustentada en el amor propio (orgullo y vanidad) como base de su
existencia y percibiéndose como algo separado del resto, solo circunscrito a
sus deseos personales, comienza un proceso de aceptación y tolerancia de uno mismo, que en medida proporcional
hace posible aceptar y tolerar a los
demás.
Esto solo es
posible cuando la sensación de yo trasciende su anclaje en el ego y “algo”
comienza a percibirse en uno mismo más allá del yo habitual, propiciando a la
esencia las condiciones adecuadas para que aflore uno de los atributos de la
esencia que es la humildad, uno de
los pocos “antídotos” para contrarrestar al ego.
La humildad no
puede ejercitarse como es el caso de la sinceridad o la honestidad, entre otros
valores, es un impulso específico que para que se manifieste hay que brindarle
las condiciones necesarias. Todo intento de querer ser humilde resulta en una humildad falsa
y fingida, siempre va a ser un disfraz, encontrando el ego
mediante el orgullo y la vanidad, una forma más de regocijarse.
Recién en este
proceso el hombre puede comenzar fehacientemente la práctica de la "consideración
externa" hacia sí mismo y hacia los demás, en donde la solidaridad en todas sus manifestaciones
se hace presente, acercándose cada vez más a la posibilidad de poder cumplir el
precepto fundamental del cristianismo de “Amar
al prójimo como a sí mismo”.
Más allá de la fuerza o debilidad del ego, una cosa es segura, ¡está para quedarse! Las nociones de espiritualidad oriental sobre la trascendencia o la muerte del ego son, no sólo malinterpretadas por los aspirantes espirituales occidentales, sino también poco aplicables a sus necesidades reales. El ego occidental es tan complejo, ultra-autónomo y super desarrollado que, ni va a morir, ni tan siquiera caerá sin una gran batalla. Puedes ver el poder y la grandiosidad del ego occidental mirando cualquier gran ciudad de occidente, o su influencia en cualquier ciudad del planeta. El ego occidental mira hacia dentro como Las Vegas mira hacia fuera, es tan probable que el ego baje su espada como que los casinos en Las Vegas donen la mitad de sus ingresos a la caridad.
Cuando los occidentales, sobre todo los buscadores hiper-entusiastas, quedan atrapados en la idea de la muerte del ego, suelen pasar por un periodo de grandiosidad espiritual. Pregonarán, por dentro o por fuera, dependiendo del grado de elegancia que tenga el momento, sobre el hecho de ser "nadie" o "nada". Escribirán sus nombres en letra pequeña durante un tiempo o, aún peor, empezarán a referirse a ellos mismos como el "cuerpo mente" o "este cuerpo". Actos presuntuosos como estos representan un gran malentendido sobre la magnitud de la tarea de pedirle al ego que ocupe un segundo lugar, y aún más, de que cometa harakiri.
Cuando la filosofía oriental auténtica se refiere a "matar el ego", tan sólo se refiere a que su autonomía por encima del Ser verdadero muere, o que nuestra identificación con el ego, nuestra creencia de que él somos nosotros, muere. De buen seguro, no debemos pensar que cuando los grandes santos del este hablan de la muerte del ego, no son conscientes de su aún existente personalidad. Están profundamente familiarizados con la magnitud de su propia humanidad, lo cual incluye su personalidad basada en el ego. De hecho, es su conciencia acerca de la persistencia del ego y su resistencia a la sumisión lo que convierte al santo o al maestro en completamente compasivo y capaz de ayudar a otros en la comprensión del dominio del ego en sus vidas.
Fuente de Información: Mariana Caplan - “The Way of Failure”.
Gracias por compartir
ResponderEliminarGeovanny Contreras
ResponderEliminarComo puedo adherir a un grupo del Cuarto camino?.
Como identificar a un verdadero maestro?
Le agradesco de antemano sus respuestas a estos dos interrogantes.
Cordialmente: geoca
Estas preguntas surgen en la denominada 'etapa del buscador' y no se puede dar una respuesta contundente, ya que es una elección y detección individual que nadie puede hacer por otro. Sólo se pueden dar sugerencias que fortalezcan esa entidad denominada el "Centro Magnético".
EliminarUno de los atributos del Centro Magnético es el Discernimiento, ejemplificado en el Nuevo Testamento con la analogía de separar la cizaña del trigo, es decir lo falso de lo real, lo útil de lo perjudicial, etc., en un principio ambas son hierbas, ambas de color verde, difíciles de distinguir, hay que esperar el "tiempo de la cosecha" en donde el trigo es dorado, espigado y fácil de diferenciar. En cierto nivel de maduración, cuando el Centro Magnético ha sido alimentado por todo el material que se pudo extraer de búsquedas, lecturas y conversaciones, su cualidad magnética es atraer y reconocer grupos, maestros o instructores acordes a nuestra intrínseca necesidad. Esta jerarquía de discernimiento es necesaria porque no podemos ver más alto que nuestro propio nivel y caeremos en el error de percibir a un maestro o a un grupo desde nuestras particulares proyecciones.
Antes de conectarse con un grupo o un maestro recomiendo los libros: Psicología de la posible evolución del hombre de P. D. Ouspensky, Gurdjieff en acción de J. H. Reyner, El Juego supremo de R. S. de Ropp y El despertar del Self de Charles Tart. Esta literatura fortalece al Centro Magnético de forma tal que nuestro criterio tendrá la validez necesaria, para la clarificación de nuestras expectativas y objetivos, como para poder identificar a alguien o a un grupo que posea sanidad, es decir libre de contaminaciones y patologías que desvirtúen la enseñanza.
Existen cantidad de grupos, la mayoría se pueden encontrar en Internet. Están los grupos ortodoxos, provenientes de cierta institucionalización de la enseñanza y que pueden ser de utilidad a nuestras necesidades, como así también los proyectos personales generados por aquellos que estudiaron a Gurdjieff o que se instruyeron en algún grupo de las distintas ramas del trabajo. El problema es que muchas veces el líder sin haber trabajado fehacientemente sobre sí mismo se lanza audazmente a enseñar, confundiendo y generando aun más caos que el existente, también existen los grupos que anexan las ideas de Gurdjieff al núcleo central de su enseñanza, generando un amalgama de conocimientos que distorsionan las ideas del "trabajo".
Hoy día la enseñanza de Gurdjieff trae aparejada dos problemas, uno es que depende de la persona que transmite las ideas, no es fácil encontrar un instructor con larga experiencia, cualidades personales y que haya trascendido su propia tipología, y de ser así, que acepte la responsabilidad que implica transmitir la enseñanza. Lo otro es que la metodología de Gurdjieff dependía para su efectividad de su presencia, es decir de una energía particular que hoy se encuentra ausente, algo así comenta Idries Shah en su libro Los maestros de Gurdjieff.
La palabra maestro trae aparejada una connotación importada de oriente, más allá del simple significado que es enseñar, así un maestro tiene los atributos de poseer la verdad, de ser infalible, de tener la salvación, un ser al que le debemos entregar nuestra voluntad, etc., quizás esto es útil en la India o en el Tibet pero para el hombre occidental por su idiosincrasia particular la cosa es diferente, alguien que haya experimentado el 'trabajo' a través de las ideas de Gurdjieff, poseyendo la claridad, la humildad y la sinceridad necesaria para cumplir con la tarea de simple instructor, como ocurre en toda disciplina, arte u oficio, es en principio de gran beneficio para la práctica del 'trabajo', y esto es lo que se debe encontrar, porque aunque tengamos al más grande de los maestros, nadie nos puede conectar con una realidad más relevante, nadie puede hacer el trabajo por uno y no van a existir otras verdades excepto aquellas que uno encontró por sí mismo.
Espero que está información sea de utilidad en tu búsqueda.